lunes, 3 de octubre de 2011

Obsolescencia programada

Enlace documental: 

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=lgXJIRztXcQ&noredirect=1#!

Se denomina obsolescencia programada a la determinación, planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que este se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible tras un período de tiempo calculado de antemano, por el fabricante o empresa de servicios, durante la fase de diseño de dicho producto o servicio.

La obsolescencia programada fue desarrollada por primera vez entre 1920 y 1930, momento en el que la producción en masa empieza a forjar un nuevo modelo de mercado en el cual el análisis detallado de cada parte del mismo pasa a ser un factor fundamental para lograr su éxito.

La elección de fabricar productos que se vuelvan obsoletos de manera premeditada puede influir enormemente en la decisión de cierta empresa sobre su arquitectura interna de producción. Así, la compañía tiene que sopesar si utilizar componentes tecnológicos más baratos satisface o no la proyección de vida útil que estén interesados en darle a sus productos. Estas decisiones forman parte de una disciplina conocida como ingeniería del valor.

El objetivo de la obsolescencia programada es el lucro económico inmediato, por lo que el cuidado y respeto del aire, agua, medio ambiente y por ende el ser humano, pasa a un segundo plano de prioridades. Cada producto que se vuelve obsoleto, supone contaminación. Es un evidente problema del actual sistema de producción y económico: no se ajusta en absoluto a la armonía y equilibrio de la naturaleza en la que vivimos.

El procedimiento suele ser el siguiente: Uno de los aparatos electrónicos de uso habitual falla y cuando el dueño lo lleva a reparar, en el servicio técnico le dicen que le sale más rentable comprarse uno nuevo que arreglarlo. Usualmente, el precio de la mano de obra, las piezas estropeadas y el montaje suele costar un poco menos que adquirir uno nuevo, por ello normalmente el usuario suele desechar el producto averiado y comprarse uno nuevo. El problema se basa en la gran cantidad de residuos que se originan actualmente al realizarse este fenómeno una y otra vez, cada día, en todo el mundo.

Somos casi 6.500.000 habitantes en este planeta, y el número sigue creciendo Lo difícil es que producimos 1 kg de basura diaria, por lo que se generan alrededor del mundo 6.500.000kg de desechos en tan sólo un día. De éstos un amplio número de residuos no son biodegradables y el tiempo que transcurre hasta que podemos hablar de una descomposición al menos parcial puede ser muy prolongado, además de que muchas veces los residuos son altamente contaminantes; lo que infiere tanto en la permanencia naturaleza como en la salud de sus habitantes.

Los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) contienen materiales que pueden ser recuperados, evitando la explotación de nuevos recursos naturales, y otras que pueden ser contaminantes, de manera que, si no son tratadas adecuadamente, pueden resultar dañinas para el medio ambiente. Los elementos electrónicos de los que estamos hablando contienen materiales tan contaminantes como el plástico, polipropileno, baterías de plomo, etc. El plástico son las más rebeldes a la hora de transformarse de 100 a 1.000 años. Al aire libre pierde su tonicidad, se fragmenta y se dispersa. Enterrado, duran más. La mayoría está hecho de tereftalato de polietileno (PETE), un material duro de roer: los microorganismos no tienen mecanismos para atacarlos. El polipropileno tarda 1.000 años en descomponerse, contamina menos que el poliestireno pero también tarda. El plástico queda reducido a moléculas sintéticas; invisibles pero siempre presentes.

Una de las partes más preocupantes son las baterías de plomo, un invento que remonta a 1889, que representa un grave peligro para el ser humano y para el medio ambiente debido a su elevado contenido en plomo. Respirar el polvo o las emanaciones de vapor del plomo puede provocar graves perturbaciones para la salud, incluida la muerte, además de perjudicar el medio ambiente, advierte el PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente). Según los cálculos del PNUMA, de los 2,5 millones de toneladas de plomo que se producen anualmente en todo el mundo, tres cuartas partes sirven para la fabricación de baterías que se utilizan en los automóviles, los teléfonos y computadoras portátiles o en las industrias.

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